“El corsé invisible”
Con este título tan sugerente pero de indudable transfondo,
Carolind Bongrang, hace todo un manifiesto de la mujer actual para llegar a las causas del estrés femenino.
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Creo firmemente que existen dos causas fundamentales que propician la ansiedad de las mujeres: la causa real y objetiva para dicha ansiedad y el hecho de que no se reconozcan los constantes esfuerzos que realizamos para tener contentos a todo el mundo y cuando digo mundo, me refiero a la sociedad en general, a la empresa para la que trabajamos, la pareja, los hijos y todo aquel que compone el entorno más cercano de una mujer”.Esto, a algunos señores les puede parecer poco. Analicemos pues ese
corsé invisible.
Una mujer joven, moderna, dinámica, con 35 años y dos hijos, si trabaja fuera de casa, lleva una vida frenética. Es ambiciosa pero ya ha comprendido que no merece la pena serlo demasiado pues, al fin y al cabo, es madre y esposa y tendrá que ocuparse también de estas tareas. La misma mujer, después de unos años y si nadie la ayuda, realiza un maratón diario para seguir operativa como trabajadora, madre y esposa. Y pese a que el día solo tiene 24 horas, todo el mundo esperará que la mujer pueda hacerlo todo.
¿Por qué?
Primero porque si no lo hace ella, nadie lo hará (aunque “algunos” hombres de hoy pretendan dar
un paso hacia la conciliación en el reparto de obligaciones, aún no han aprendido a dar
dos o más,,). Segundo, porque, desgraciadamente, ese es el precio que tenemos que pagar a cambio de algunos progresos logrados por un tipo de feminismo que también ha tenido consecuencias terribles.
¿Es posible que una mujer trabaje, se gane la vida y pueda desarrollarse profesionalmente?
Sí, pero a condición de que comparta el salario con su marido y sin que por el hecho de trabajar fuera deje que su hogar vaya a la deriva: que tenga siempre preparado lo que haga falta en casa, no sólo en la nevera, sino cocinado y a punto de ser servido y comido.
En resumen, las mujeres hemos obtenido el derecho de actuar en la oficina y otros empleos como un hombre, desarrollando actividades apasionantes( en el mejor de los casos), pero sin ser liberadas de la parte doméstica de nuestra vida ancestral.
Pero no hay problema, las mujeres lo tenemos todo bajo control ¡porque somos geniales!.
Y no se trata de un halago, somos realmente geniales. Las mujeres somos acróbatas, deportistas de alto nivel que mereceríamos una medalla de oro en organización y eficacia, y también con nuestro amor, porque a menudo en el centro de nuestra desenfrenada carrera en la vida se encuentran,,, ¡los otros!: aquellos a quienes queremos y mimamos, el marido y los hijos, o en el orden inverso, los hijos y el marido.
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Y para aquellas que son jóvenes y no tienen hijos, la situación tampoco es menos estresante. Divididas entre el orgullo de ser independientes y la sensación de avanzar en la vida sin haber encontrado su amor”.
Sí, se refugian en el trabajo y la amistad; pero interiormente se preguntan si encontrarán a alguien que las quiera por ser ellas mismas y con quién construir un futuro.
Pero para todas nosotras, las casadas y las solteras o divorciadas, compartimos otro interrogante: ¿Estaré físicamente a la altura?
Porque en medio de todas estas presiones -ni siquiera hablo de crisis económica, que aún estresa más a las mujeres pues, en esta economía debilitada, tememos perder el trabajo en cualquier momento- está la presión por nuestra apariencia física.
Intentar ser perfectas es muy estresante, sí. Por si fuera poco se nos exige eso. A un hombre de mediana edad, con incipiente barriguita y calva, pues no se le hace el tes de fisonomía , sin embargo a una mujer con una estatura media y sin el peso ideal, ya le ponen trabas en ciertos empleos, aún más si ha pasado de una cierta edad que casi siempre son los 30. Además tiene que soportar los chistes malos de su pareja al respecto siempre intentando contrastar su físico con el de alguna afamada modelo. En España igual que en el resto de países si no pesas 10Kg. menos de lo que mides, ya se te considera gorda. Ah! Y por supuesto hay que medir más del 1, 70.
Así, el mundo se divide en dos. O estás dentro de los parámetros de lo correcto o no lo estás. Lo estás si tienes unos hermosos glúteos redondeados y pequeños, unas piernas largas y delgadas, y unos bellos pechos turgentes ( pero sin pasar una95B) y apuntan al cielo. Pero con tres kilos “de más” ya no lo estás.
Es la ley de la belleza, a la cual hay que sobrevivir. Porque incluso si nos rebelamos contra ese hecho, está tan alimentado por la publicidad, la prensa y el sistema que, finalmente, terminamos cediendo.
¿Y ante qué cedemos? Ante la ansiedad. Como dice la autora:
"Vivimos con el estrés de no ser como podríamos ser si renunciamos por sistema a no tomar postre, si cenáramos temprano para tener tiempo de hacer la digestión y consumir las calorías antes de irnos a dormir, si nos prohibiéramos las grasas y si fuéramos un mínimo de tres veces por semana al gimmnasio"Sí y todo esto para siempre jamás.! No es justo!
O si consiguieramos lo que muy pocas mujeres tienen tiempo para hacer pero que sigue siendo el gran paradigma del s XXI: estar zen, tranquila, relajada, dormir las horas necesarias y no sentirse perseguida por un tic tac del reloj, ni por las listas de tareas por hacer; el eterno Sísifo, condenado a cargar eternamente una roca por una pendiente, metáfora del esfuerzo vano.
En fin, que comer “bio” está muy bien, pero tener una vida “bio” es todavía mejor,,,
Recibir reconocimiento por nuestro trabajo.
La autora del libro que nos ocupa tiene esa inquietud, y creo que las demás la apoyamos, ¿verdad chicas? Esa e otra de las causas de la ansiedad femenina. Ella expone:
"En éste punto, planteamos dos maneras distintas de resolver el problema: o cambiamos el ciclo infernal de nuestra jornada diarias_ o bien intentamos cambiar nuestra forma de vivir los juicios y valoraciones".Cuando los numerosos esfuerzos que lleva a cabo una mujer le son reconocidos, la carga de sus tareas se aligera. Si tenemos esto en cuenta, hay algo urgente que podemos hacer. Es tan simple que puede parecer tonto. Se trata de reconocer el esfuerzo.
Haz la prueba con tus compañeras de trabajo, o con tus amigas, diles algo así como: “Fue realmente genial lo que hiciste o dijiste el otro día”, verás cómo se ilumina su cara”.
Dicho de otra forma, si nos reconocen todo lo que hacemos por los demás (si nuestra pareja es consciente de nuestros esfuerzos por mantener la casa en orden a pesar de todo, si nuestra empresa nos felicita de vez en cuando por nuestro trabajo,,,) todo sería mucho más agradable, más fácil. Aunque, indiscutiblemente, mejor sería que aligeraran nuestro trabajo.
Como dice la autora:
Resulta especialmente duro estar agotadas para tener contento a todo el mundo y , a pesar de los esfuerzos, nadie está satisfecho. Esto es lo que resulta desesperante. Y lo que hace que nos vayamos un buen día de casa dando un portazo, o que empecemos a tomar una pastilla una vez por semana y acabemos tomando una al día, o que envejezcamos de forma prematura.
La escritora Virginia Woolf decía que para que una mujer pueda desarrollarse artísticamente debe disponer de una habitación para ella sola, en la que pueda cerrar la puerta y aislarse del mundo. Yo creo que no es necesario ser artista para sentir los beneficios de una habitación para una misma. Cada mujer debe poder encontrar, fabricarse, esta habitación, aunque sea un espacio inmaterial, con los ojos cerrados. Hay tantas maneras de reencontrarse: un capuchino en una cafetería tranquila, una buena novela, un masaje, una conversación con una amiga,,,
¡Hacerlo es imprescindible.!
Saludos muy femeninos de Rannia,,,,,
http://www.goear.com/listen/12ef71a/mujeres-ricardo-arjona