LAS ETIQUETAS ENGAÑAN
Sí, señores. Todos llevamos la nuestra colgada, teniendo en cuenta que las etiquetas rara vez se corresponden con la calidad, garantía y marca original del producto. Sólo hasta que hemos hecho uso de él no podemos comprobar la validez de lo que nos han vendido.
Hace algún tiempo participé en un experimento al respecto. El monitor de un curso al que asistí, el primer día nos hizo un pequeño ejercicio que se suponía nos serviría para la presentación de los allí presente: El juego de las etiquetas.
El ejercicio consistía en que cada uno de los alumnos debíamos hacer una brevísima auto-presentación (tu nombre y objetivos que perseguías en el curso). Luego de eso nos colgó unos cartelitos en la espalda, para que en ellos, cada uno del resto, pudiera escribir la primera impresión que habías causado. Este ejercicio se repitió a los tres meses, y creedme, cómo habían cambiado las cosas. Muchos adjetivos de los que aparecieron colgados en nuestras etiquetas cayeron por si solos, otros se mantuvieron. Pero fue una sorpresa muy divertida, comprobar aquel día las diferencias entre la primera vez que te ven y cuando se han molestado en conocerte.
La apariencia de una persona es importante: nuestro cuerpo, nuestra forma de vestir, de gesticular, son una forma de comunicarnos al exterior de proyectar nuestra personalidad, pero ¿realmente todos la proyectan? ¿Cuanto hay de verdad en lo que proyectamos y cuánto es fruto de lo que nos imponen?
No sé si habéis oído eso de: “
Nunca hay una segunda oportunidad de causar una primera impresión”.Realmente la imagen física que vayamos dando cuenta para según qué personas y qué momento. Por lo tanto dependiendo del objetivo que persigamos podemos transmutarla a nuestro antojo, con lo cual, ya estamos modificando de alguna forma lo que somos. También tendemos a adaptar nuestros gestos, actos y palabras a esa imagen que nos hemos propuesto dar, eso no facilita las cosas, pues aún lo deforma más.
Está el caso contrario, la persona que se resiste a mentirse a sí misma y huye de las apariencias como el conejo del zorro. Les da igual el momento, el lugar o lo que piensen de ellos aun a arriesgo de parecer descuidados o mal educados. Cada uno busca su forma de comunicarse al exterior. Por lo tanto, sea cual sea nuestra opción no nos vamos a librar de las molestas etiquetas.
¿Por qué surgen las etiquetas? Al margen de lo anterior, está la otra parte de la cuestión: los demás. Ellos captan esas señales y las interpretan a su antojo o incluso pueden deformarla en función del carácter que le quieran dar. Desgraciadamente, la gente, tiende a deformarlo todo a su antojo maliciosamente y pocas veces se molestan en averiguar lo que hay más allá de lo que propones físicamente. Por tanto estamos continuamente expuestos como maniquies en un escaparate dónde nuestras etiquetas pueden cambiar de saldo en función de las modas y los prejuicios de los del otro lado del cristal.
Únicamente la gente que se haya molestado en entrar y mirar el producto con detalle, podrá apreciar la segunda oportunidad de tener otra nueva impresión de ti. Sin duda será la gente que más cuente.
Saludos etiquetados de ranni.
https://www.youtube.com/watch?v=W6c6wSkZhpI