A tu lado
Una fría mañana de invierno me desperté a tu lado
y descubrí con sorpresa que habías estado inundando de armonía mi sueño.
Y al comenzar a desperezarme, ebrio de alegría, quise comprobar
si eras real o tan sólo uno más de mis delirios.
Y dirigí mi mano temblorosa hacia tu pelo negro,
tratando de descubrir, al rozar uno de sus múltiples rizos,
si eras real, lleno de miedo por si rompía el hechizo de tu imagen en mi cama.
Y a medida que fui acercando mi mano a ti,
descubrí que ibas alejandote lentamente sin moverte.
Y, cuando, con el brazo ya totalmente estirado,
mi momentánea felicidad parecía ya perdida para siempre,
te transformaste en una preciosa mariposa de multicolores alas,
que alzó el vuelo y se perdió para siempre por la ventana abierta de mi dormitorio.
Y volví, entonces, a quedar, una vez más, solo,
y mi mundo comenzó a aclararse y a ser el que siempre ha sido.
Pero entre mis sábanas, me dejaste tu aroma
y el recuerdo de una cascada de bucles negros que adornaba mi almohada.
Desde entonces,
yo cada mañana espero poder despertar otra vez a tu lado.